domingo, 14 de agosto de 2016

Tiempo sin tiempo



Es una trinchera,
solo que no lo es.

Los músculos están tensos, pero no saben por qué.
Nadie se lo ha dicho. Nadie les dice nunca nada.
"Tensaros", y ellos se tensan,
sin saber por qué.
No sufráis por ellos, ellos no lo hacen.
Sólo se tensan, sin saber por qué.

El corazón late, a veces fuerte como al galope, a veces un trote ridículo.
Se avergüenza de su indecisión.
El preciso reloj ya no sabe qué hora es.
Toca carga, pero a medio camino se silencia.
No es el momento de cargar. El reloj ha dado mal la hora.

Sujetas el arma,
pero no hay arma alguna.
Y sin embargo tus dedos sienten la madera de la culata.
Y sin embargo tus dedos sienten el frío del cañón.
Un frío que será ardor. Que desea arder.
Hecho para arder.
Fuego que suelta esquirlas de hielo en vez de ascuas.

La respiración se agita, se detiene, reflexiona, se libera.
Las narinas tiemblan, las cejas se fruncen.
La garganta se seca, exprimida por la adrenalina.
Hasta la última gota.
El desierto viene a instalarse en la faringe.
Quieto, silencioso. Dunas que lanzan chispas a un cielo encapotado.

Notas cómo, sobre tu cabeza, la resaca tira de los electrones.
Arranca cada electrón pegado en la tierra, en el agua, en ti.
Se acumulan entre negros presagios.
Se frotan entre negros presagios.
Deseosos de una liberación atroz.

Es una trinchera,
solo que no puedes verla.

Está en tus entrañas.

Cavada profunda, húmeda y fría, llena de hedor a heces y miedo.
En su interior te encuentras.
Esperando la tormenta.
Asiendo tu arma.
Tensando tus músculos.

Es la terrible inmovilidad que precede a la batalla.
El tiempo vacío antes de que el tiempo estalle.
Y deseas que el estrepitoso rayo abrase la tierra y que las hordas bárbaras sacudan Roma,
y deseas hacer arder ese frío lancinante que te quema por dentro,
que quema el cañon de tu arma,
que quema la punta de tus dedos y el interior de tu cerebro.
Deseas que este tiempo se acabe y todo explote.

Y deseas que nunca ocurra, que no llegue el momento.
Que no tengas que batallar.

Pero no te haces esperanzas, la batalla va a llegar. Va a venir a por ti.
Tendrás que tensarte, y nadie te dirá por qué.
Sólo te tensarás. Y sonreirás demente.
Porque el tiempo será de nuevo tiempo.
El hielo arderá de nuevo.

Una vez más.
Una vez menos.

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